“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.”
– Benjamin Franklin
El mundo está en constante cambio y no hay duda de eso. En el último año, nuestra sociedad ha sido sometida a grandes cambios en distintos aspectos gracias a la pandemia. La sociedad se ha adaptado, nosotros nos hemos adaptado a dichos cambios y seguiremos haciéndolo ya que el cambio es la única certeza que tenemos sobre nuestro futuro.
Durante los años los automóviles han cambiado, los teléfonos han evolucionado, sin embargo, el sistema educativo se ha mantenido igual. Si nosotros como sociedad estamos cambiando, ¿por qué no debería hacerlo la educación también?
Ubicando en este contexto de cambios a la educación, podemos ser testigos de cómo esta intenta evolucionar, adaptarse a la actualidad, sin dejar atrás la forma en la que se encontraba predeterminada desde la antigüedad. Para poder adaptar la educación a lo que los jóvenes necesitan, es necesario conocer sus opiniones al respecto.
Una de las cosas que a los jóvenes les gustaría y serviría más es ver clases que los orienten a lo que quieren dedicarse. Por ejemplo, si un joven está enfocado en carreras artísticas, materias de expresión corporal, comunicación, entre otras, le serían de mayor ayuda antes que las partes de una célula aprendida en la clase de biología. Materias bases, o de tronco común, como lenguaje, matemáticas e inglés son necesarias, pero materias de especialización, u optativas, aportan al conocimiento, pero no lo volverán a usar en el futuro e incluso lo olvidarán.
Otro cambio que a los jóvenes les gustaría tener es una educación en la que estén involucrados, como dice la frase citada al inicio de esta entrada, la mejor forma de aprender es involucrándose. Poniendo en práctica lo aprendido, o incluso aprendiendo en el proceso es la manera en la que esos conocimientos los acompañarán de por vida, al contrario de si memorizan para la lección lo que se les dijo en la clase y ya. Lo mejor es llevar el aprendizaje más allá del plano de la teoría y plantearlo en el mundo real.
No podemos pasar por alto el recordar que cada persona es un mundo distinto, por lo tanto, la educación no puede ser igual para todos. El alumno es el protagonista y es necesario potenciar sus habilidades enfocándose en sus necesidades.
Es necesario detenerse a escuchar a los jóvenes y tener en mente que los principales afectados por el constante cambio del mundo son ellos. Por lo tanto, adaptar su ambiente, sobre todo el de educación siendo en el que se mueven por gran parte de sus vidas, es de gran importancia.